martes, noviembre 06, 2007

La luz en la ventana

Nunca se había visto semejante desvarío en la casa de Mariana, sillas rotas, los vasos quebrados, González con la nariz rota llorando en una esquina, mientras Martín se volvía a poner de pie apoyándose en lo que quedaba de mesa. Las mujeres que estaban en la casa no eran caras conocidas, solo Mariana, siempre Mariana a su lado apoyándolo, aunque el mundo (su mundo) se estuviera cayendo a pedazos.

Y las ventanas estaban abiertas, el sol nunca debería dejar de entrar por esas ventanas, por que que sería de la vida (de su vida) si la luz de las tardes de primavera dejara de iluminar esos objetos, esos recuerdos de años que se disuelven, pero no mueren, que sería de esas paredes y esos espejos si la luz dejara de entrar.

Ya no me puedo reír, por lo menos puedo fingir, pero reirme de verdad, no lo sé.

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