Paula tenía la imperiosa necesidad de ponerse el vestido verde con rayas grises y luego sentarse al lado derecho del bus mientras el sol caía sobre sus pies.
Paula tenía ojos cafés y algunas ideas interesantes respecto al país y a su seudo-democracia, por eso creo que hubiera sido una gran profesora.
Paula vendía pizzas en un local del centro, donde tenía que ponerse detrás del mostrador y vestirse de camisa blanca, gorro y delantal rojos.
Paula se veía mas linda cuando le decías algo y cambiaba de tema sin ninguna explicación.
Paula ya no cree en convencionalismos baratos, ya no fuma y anda en bicicleta. Los sábados en la noche espera sentada al lado de su madre mientras ve programas de TV pensando en cualquier cosa menos en el programa.
A Paula no le gusta su vida. A mi me gusta ella. Yo no sé lo que le gusta a Paula.
Sólo sé que cuando la ciudad cambia de rostro, ella se esconde entre sabanas blancas y algunos papeles llenos de líneas negras y rojas, mientras yo me escondo debajo de otras sabanas y otros papeles similares.
sábado, diciembre 17, 2005
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